Sandra Cantale: “Ver la sonrisa de los niños no tiene precio”
Cuando de solidaridad se habla, Sandra Cantale está presente. Además de ser voluntaria en el merendero “Los Chiquis”, ubicado en el barrio Evita de Caseros, también es payamédica desde hace 2 años.
El merendero en el que colabora asiste, sobre todo, a los más pequeños del barrio. Antes de la pandemia por el nuevo coronavirus, las voluntarias no sólo les daban la merienda sino que hasta los asistían en sus tareas escolares y se ocupaban de su recreación. “Para los chicos es un apoyo fundamental, así no están en la calle”, afirmó Sandra. A raíz de la cuarentena, se vieron obligadas a cambiar la manera de ayudarlos: sólo puede venir un adulto responsable por familia a retirar la merienda, la cual se entrega a través de una ventana. Para esto deben cumplir con la distancia social y usar barbijo.
A los chicos que generalmente meriendan ahí, se les sumaron los adultos mayores que no pueden moverse de sus casas, quienes reciben las viandas en la puerta de sus domicilios. Además, las voluntarias preparan cenas los martes y viernes, que entregan en tuppers. Las personas los dejan previamente, acompañados de una lista con la cantidad de integrantes de sus familias, y luego los retiran por la noche. “Como hay tantos desempleados nos superó la cantidad de gente. Nosotros antes dábamos cenas para cien personas más o menos, pero ahora repartimos comida para unas trescientas o cuatrocientas personas”, manifestó.
En “Los chiquis” participan 40 personas y cada una tiene tareas diferentes. Algunas cocinan, otras se encargan de entregar la comida y otras asisten con la limpieza del lugar. El establecimiento también cuenta con un servicio de sanitización e incluso lo utilizan para limpiar las casas del barrio. La mercadería que reciben, generalmente de donaciones, es desinfectada antes de entrar al comedor y antes de ser entregada.
UN DIA ESPECIAL PARA CHICOS Y GRANDES
Este Día del Niño fue quizá el más particular de la historia, porque los protagonistas no tenían mucho que celebrar en el contexto de la pandemia. Sin embargo, la cuarentena no fue un impedimento para que las voluntarias del merendero organizaran una linda jornada para homenajear a los más chiquitos del barrio. “Ese día éramos más de sesenta personas; entre jóvenes, adultos y voluntarios de la iglesia evangélica de Haedo”, aseguró Sandra alegremente.
Para la jornada sumaron gran cantidad de colaboradores y aumentaron significativamente las donaciones: “Siempre llegan, pero ese día en especial, fue un récord sin dudas”, añadió Cantale. Facturas, golosinas y juguetes fueron algunas de las cosas que les acercaron para que los chicos puedan festejar. Los preparativos se hicieron para 200 familias y más de 700 chicos recibieron un regalo. Asimismo, ellos prepararon deliciosas pastafrolas, bizcochuelos, galletitas y budines para completar una rica merienda.
Debido a que, por obvias razones, no puede ejercer su labor de payamédica, Sandra aprovechó su traje de payasa para visitar a los chicos y darles una linda sorpresa. Pudo acercarse a la puerta de sus casas y saludarlos a la distancia para animarlos un poco. “Ver la sonrisa de los niños, no tiene precio”, concluyó.