Fabián, veterano de Malvinas: "Fuimos olvidados mucho tiempo"
Es veterano de guerra y hoy es director técnico de fútbol. Fabián López fue el encargado de dar el discurso en el desfile cívico-militar que se realizó en Pablo Podestá por el “Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas” y compartió su experiencia con los vecinos. Conocé su historia y sus emotivas palabras.
El lunes 2 de abril se cumplieron 36 años del inicio de la Guerra de Malvinas. El conflicto bélico por la soberanía de las Islas dejó un saldo de 649 caídos argentinos (10 son de Tres de Febrero) y muchas secuelas a los combatientes que participaron. En honor a ellos, el edificio de la Municipalidad lleva el nombre “Héroes de Malvinas”. Nuestro distrito tiene 207 veteranos de guerra que, junto a los 10 caídos, fueron homenajeados con un desfile que el Centro de Veteranos de Guerra de Tres de Febrero junto a la Municipalidad realizaron en la avenida Benito Pérez Galdós de Pablo Podestá. «Cuando se hace algo para recordar a los héroes que dieron la vida para mí es un orgullo y soy muy agradecido. Fuimos olvidados mucho tiempo y que nos reconozcan hoy es muy importante. El acto fue muy lindo», comentó López.
Fabián forma parte del Centro de Veteranos del distrito y fue su presidente durante seis años. «Desde el año 1981 hasta el 4 de abril de 1982 realicé el Servicio Militar Obligatorio en el Regimiento de La Tablada. Ese día me avisaron que iba a viajar a las Islas Malvinas y ahí llegué el 13 del mismo mes, en donde estuve hasta el final del conflicto. En Malvinas trabajé como correo, llevando y trayendo mensajes, y cinco días antes de que finalizará el conflicto entré en combate. Estuve prisionero junto a distintos combatientes en el buque SS Canberra», agregó el ex combatiente.
En 1985 se casó con Claudia Torres y fruto de esta relación nacieron Nahir y Lautaro. Más cerca en el tiempo, en el 2010, López comenzó a entrenar a distintos juveniles del Club Estudiantes de Buenos Aires, en lo que se conoce como «Torneo Paralelo». «Desde la institución me dieron permiso para que los jugadores lleven la imagen de las Islas en la camiseta, lo cual me llenó de alegría, ya que somos uno de los pocos clubes que las homenajeamos de esa manera», completó.
Al acto se acercaron el intendente Diego Valenzuela, el presidente del Honorable Concejo Deliberante Sergio Iacovino y el secretario general Fernando Ramos, entre otros funcionarios de la Municipalidad.
Discurso de Fabián López en el acto por por el “Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas” (Pablo Podestá, 2 de abril de 2018)
Sr. intendente Diego Valenzuela, autoridades presentes, vecinos y amigos de Tres de Febrero, queridas familias, hermanos Veteranos de Guerra:
Cuando mis compañeros me eligieron para hablar no solo sentí un gran orgullo, sino también una enorme responsabilidad. Ahí fue cuando me dije: ¿Y si en vez de un discurso hago una charla como las que doy en las escuelas, universidades y en donde me lo piden? Entonces decidí que esto no será un discurso, sino una charla entre alguien que quiere contar, es decir yo, y muchos que quieren saber.
Si hay algo que aprendí dando charlas sobre mi vida en Malvinas es que todos quieren escuchar la historia, porque al principio no se hablaba. Ser soldado era lo mismo que ser Galtieri, porque todo lo de Malvinas era malo. Pero un día los veteranos empezamos a contar y se conoció la otra historia. Historia de actos heroicos, de cómo sobreponerse a la adversidad, a lo argentino, atándolo con alambre si hacía falta. Historia de hombres buenos y de los otros, porque la guerra lo multiplica todo, saca lo mejor y lo peor de cada uno y hasta de eso tenés que sobreponerte.
Entonces, con el tiempo entendía que tenía que contarle a la gente lo que sentía. Sí la guerra me hizo tanto mal, ¿por qué amo tanto a Malvinas? Antes de dar mi primer charla pensé que me podían preguntar y busqué respuestas y entendí mi mezcla de amor-odio hacia lo que había vivido. Odio a los que declararon una guerra sin pensar, sin organizar y por sobre todo usando el lomo de otros y no el propio. Amor hacia una tierra maravillosa, con las noches más hermosas y claras del mundo, con las estrellas más brillantes jamás vistas y un mar tan azul como el mejor cielo.
Pensar que hay gente que dice que Malvinas no importa. Si las vieran… Si las vieran seguramente las amarían como lo hago yo. Me encontré en esas charlas con cosas que ni pensé que me iban a pasar, como preguntar que es el 2 de abril y que nadie sepa, ni los profesores. Todos contestaban algo como el día de las Malvinas, el día de la recuperación y montón de cosas parecidas. Y, sin darnos cuenta, los veteranos empezamos a malvinizar y les dijimos que el 2 de abril era el Día del Veterano y de los Caídos en la Guerra de Malvinas. Les conté porque son nuestras y un día encontré una forma de explicarlo con claridad. Luego de contarles que allá por el año 1820 los ingleses echaron al gaucho Rivero les dije: «Si mañana se les meten dos personas en la piecita del fondo de sus casas y no los pueden echar porque son muy fuertes y las leyes no los ayudan, si con el tiempo traen más gente a vivir a la piecita y se quedan muchos años, mientras ustedes piden y reclaman mediante leyes que existen y así y todo esta gente no se va, pueden decidir que la piecita es de ellos. ¡No! ¡Rotundamente no! Esto es lo que pasa con Malvinas. Después de años de pedir a las leyes internacionales, ellos ni siquiera quieren hablar de Malvinas y la piecita se la siguen quedando».
Después, siempre te preguntan de la guerra. Se creen que somos Rambo y les sigo que es la peor basura que te puede pasar. También preguntan: «¿Volverías a combatir en Malvinas?». Y, aunque mi esposa se enoje, digo sí. Pero, con los años uno crece y tiene hijos. Así fue como le agregué una frase: «Yo voy, pero a mi hijo no lo llevan ni loco. Yo sé lo que es una guerra y nada va a hacer que mi hijo viva eso. No sólo por lo que se sufre en una guerra, sino por lo que seguís sufriendo al volver».
Todos los veteranos soñábamos con un regreso triunfante y ser recibidos en la 9 de Julio en una nube de papeles celestes y blancos. Pero perdimos y nos trajeron de noche, escondidos, 70 kilómetros en un camión volcador y de ahí un avión a Campo de Mayo a ocultarnos otra vez. Nos prohibieron hablar, nos metieron miedo con la cárcel por si contábamos algo. No lo podíamos creer, parecían el enemigo. Luego, por fin, el reencuentro con nuestras familias; esos que sólo abrazaban y besaban y tampoco sabían qué decir o hacer.
Pero, aún faltaba lo peor: volver a vivir en un país que no nos quería ver, no nos daba trabajo ni contención. Así comenzaron los suicidios y los veteranos no sabíamos que hacer. Algunos tuvimos el confort, el amor y la paz de una familia que nos contuvo, pero no todos tuvieron esa suerte. Un día los veteranos nos dimos cuenta que entre nosotros podíamos descargar algo del dolor que sentíamos y así nacieron los Centros de Veteranos para contener tanta desesperación. Empezamos a organizarnos para pelear por nuestros derechos, aprobados por ley y nunca cumplidos, y tuvimos que seguir luchando.
Otro día nos dimos cuenta que lo que más necesitábamos era salud y así buscamos quién nos podía ayudar. Ahí apareció la figura de un gigante en todo sentido: Carlos «Chiquito» Viegas. Hablando siempre de salud, encontramos en un cuartito del Hospital Carrillo el primer centro de atención psicológica para veteranos de todo el país. Sí, acá en Tres de Febrero. Así comienza un trabajo que hoy abarca todo el país y ha salvado montones de vidas, pero nada es fácil. Tuvimos que seguir peleando por lo que necesitábamos y, de a poco, los dirigentes políticos se pusieron de nuestro lado y empezamos a caminar más juntos. Con diferencias, pero juntos, el Carrillo empezó a crecer. Hubo más médicos, un plan de salud integral y así llegamos a hoy, en donde el Hospital Carrillo con la doctora Marimon a la cabeza es el ejemplo a seguir en salud para todos los veteranos del país.
Faltan cosas todavía, pero por esto digo gracias. Gracias a vos, Liliana Marimon, por apoyar sin dudar cada vez que le solicitamos ayuda, a los veteranos que allí trabajan sin descanso, a usted Sr. Intendente y por sobretodo a vos, Chiquito Viegas, y a vos, Marito Sánchez, por habernos abierto los ojos para entender que el bien más grande que teníamos que cuidar era la salud. Algo que sólo nuestras familias, esposas, hijos y padres sabían, porque ellos fueron el pilar fundamental para que no nos dejáramos vencer, para salir del infierno en el que vivíamos, de los sueños terribles en la noche, de los estados de ánimo cambiantes sin razón, de las peleas en la calle, de todo lo que nos hacía volver a la guerra. A ellos también les damos las gracias, y ojalá podamos devolverles todo el amor que nos dieron en esos malos tiempos. ¡Para ellos, nuestras familias, eternamente gracias!
Y llegamos hoy a 36 años de la recuperación de nuestras islas y estamos viviendo un momento especial, luego de llorar por años en una cruz sin nombre. En estos días muchas madres, padres, hijos, esposas, hermanos, han logrado reencontrarse con el que no volvió, con el héroe, con el centinela que quedó en Malvinas. Que muchos de esos familiares hayan podido cerrar el círculo que los agobiaba, la duda eterna de donde estaba el ser querido, es motivo en todos nosotros de alegría y profundo respeto. Y por eso también doy gracias.
Y llegamos a este maravilloso acto, hecho en conjunto entre los veteranos y la Municipalidad de Tres de Febrero. También tengo que agradecer a todos los que trabajaron para que esto sea una caricia al corazón de todos los veteranos. Al Sr. intendente Diego Valenzuela, al secretario Ramos y toda su gente, a todo el personal municipal, a la Policía Local, a los Bomberos, a los centros tradicionalistas, a nuestros motoqueros malvineros, a la gente querida, a los centros de jubilados, a los colegios, a los clubes de fútbol, a mis queridos jugadores de Estudiantes, a los grupos scouts, a las Madres por la Verdad y a las familias de nuestros queridos héroes de Tres de Febrero.
Gracias por hacernos sentir que Malvinas de verdad no se olvida. Y de verdad, gracias por dejarnos decir acá que estamos los que combatimos en Malvinas y contarles que nos dejó una enseñanza. Podemos ser mejores. Podemos ser un país mejor.
Y ustedes dirán: ¿Cómo se hace? Y yo les digo: es muy fácil, para ser un mejor país hay que empezar de abajo. Esto no lo decide un presidente ni un gobernador, lo decide el pueblo siendo lo mejor que podamos ser, como nosotros hicimos en la guerra. Porque yo sé lo que perdí pero nadie me puede decir que no di todo lo que tenía para ganar. Estábamos dispuestos a todo. Mis compañeros hasta dieron la vida por mí y yo la hubiese dado por ellos. Sacrificio, lealtad, honor en la guerra y en la paz se traducen en buenos vecinos, buenos estudiantes y solidarios. Si logramos ser esto, seguramente seremos mucho mejor país. Y ahí sí el mundo escuchará los reclamos de un país justo y en serio, sin ambiciones del momento, con las ideas claras y un horizonte igual para todos sus habitantes.
Por esto les digo que Malvinas puede enseñar que después del dolor nace la esperanza y después está en nosotros llevar nuestros sueños hasta dónde querramos. Porque yo sueño con un país mucho mejor, porque yo sueño con ver mi bandera flamear bajo ese hermoso cielo de estrellas gigantes y mares azules, porque sé que todos juntos podemos hacer esa patria grande que soñó San Martín. Y lo sé porque tuve el orgullo de estar al lado de montones de argentinos que me demostraron que nada es imposible, que aunque muchas cosas estén mal las podemos solucionar. Porque no solo se pelea con un fusil, sino también con el corazón, y eso es lo más grande que tenemos todos los argentinos.
Porque hemos luchado, porque fuimos derrotados, porque fuimos olvidados, pero seguimos luchando. De a poco fuimos siendo reconocidos y hoy nos sentimos queridos y respetados. Esto es resultado de una semilla que plantamos los veteranos y que cuidamos durante 36 años. Una semilla que nosotros llamamos «malvinizar» y que de a poco va creciendo. Esta es nuestra gran victoria. Hoy sabemos que seguramente, cuando ya no estemos, muchos niños y jóvenes de hoy contarán nuestra historia. Y, desde donde estemos, veremos felices que la causa no murió. Que la frase «Malvinas no se olvida» es una realidad y que los 649 bravos héroes nunca serán olvidados. Por fuimos, somos y seremos orgullosamente y para toda la vida Veteranos de la Guerra de Malvinas.
Muchas gracias.
Fabián López